Los petroglifos de Pusharo

Descripción de las figuras

Una de las características más sorprendentes de los petroglifos de Pusharo es el alto grado de entrelazamiento de las figuras de la pared de este Sector I-A. Esta imbricación complica o impide en muchos casos la comprensión de las figuras con fines de clasificaciones y de comparación.


El Sector I-A de Pusharo. © Thierry Jamin, 2007.
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Aunque esta organización espacial de los glifos es relativamente frecuente en los grabados rupestres de la Amazonía peruana (los ejemplos más cercanos son los grabados rupestres de Pangoa, de Ocobamba, del río Yavero o de la Quebrada Honda, en las Provincias de La Convención y de Calca), en Pusharo la articulación y la imbricación de los grabados como elemento estilístico es especialmente impresionante debido a su monumentalidad y a la cantidad de los motivos grabados.

La luz del día desempeña también un papel preponderante en la observación y la interpretación de las figuras. Según la hora de observación, ciertas figuras parecen modificarse y dan a veces un sentido inesperado a los entrelazamientos. Si observamos la pared de la izquierda hacia la derecha, notamos no obstante que el tratamiento pictórico no fue uniforme: mientras que en la parte izquierda los elementos son organizados de manera separada y se encuentran aislados por espacios de roca casi sin grabado, a medida que se progresa hacia la derecha y hacia el centro del tablero, vemos un aumento y una complejidad creciente de las figuras. Los espacios vírgenes se vuelven entonces más raros.

Los diez primeros metros son los más “erosionados”. No se puede sino intuir la presencia de antiguos grabados. Cosa rara, sin embargo, algunas figuras parecen haber escapado al fenómeno de erosión. ¿Serán posteriores a los otros? A menos que estos primeros glifos hayan sido borrados a sabiendas, por una razón desconocida, por sus mismos autores. Misterio.

Intentemos ahora un primer enfoque global: de izquierda a derecha, se distingue en primer lugar una figura geométrica en doble espiral invertida, luego, a varias decenas de centímetros a la derecha, en un nivel más elevado, una doble figura cuadrada que hace pensar en las dos plumas de un tocado.

Algunos centímetros más lejos, una figura cuadrangular está representada a continuación verticalmente. El lado derecho incluye cuatro niveles, en forma de escalera. Esta figura recuerda los famosos tocapus incas, de los que hablaremos de nuevo en otro sitio. Simboliza, según algunos arqueólogos, una montaña llena de andenes. En el centro de esta figura se ha esculpido un círculo, ligeramente cóncavo. Representa generalmente la presencia de un manantial. Se ve esta figura con bastante frecuencia en la cerámica o los tejidos incas, así como en las raras maquetas que han sobrevivido hasta nuestra época. Este grabado podría pues constituir un primer indicio sobre la filiación cultural del lugar.

Varias figuras en espiral simples se suceden después, luego viene un rostro de rasgos expresivos, que podría ser el de una mujer, cubierto de un velo o de una cabellera. Luego otros rostros se suceden todavía. ¿Qué representan? ¿Cuál es su mensaje? ¿Designaban a una población? ¿Aquélla que pobló antiguamente la región?

A algunos centímetros encima de este primer grabado han sido representadas cuatro líneas ondulantes superpuestas, de unos cuarenta centímetros de largo. Parecen demasiado cortas para simbolizar un río principal u otro. Parecen olas. Se observa también la huella extraña de una mano izquierda de adulto, situada a 1,70 m del nivel del suelo. Esta mano sólo está visible bajo algunas condiciones de alumbrado.
Los dibujos son después a la vez más numerosos y más confusos. Descubrimos, bajo un repliegue de la roca, a un animal -obviamente un mono-, solamente formado por signos en espirales. ¿Por qué no se le representó con una cabeza y una cola? Luego vienen espirales propiamente dichas, simétricas o asimétricas, simples o dobles, dominadas por un extraño personaje. De una altura de veinticinco centímetros, el cuerpo y los miembros han sido representados simplemente, pero se realizó la cabeza con más cuidado. Los rasgos de la cara diríase que nos sonríen, pero dos supuestas "antenas" parecen salir de cada lado de la cabeza. ¡Parece un extraterrestre! Tal vez un felino. Observamos aún la omnipresencia de signos "escalonados", o en "escalera", tan comunes a la cultura inca. El signo escalonado simboliza por lo general la trilogía inca: el aire, la tierra y el subsuelo. Algunos glifos recuerdan tumis, hachuelas incas utilizadas en la vida diaria, religiosa, o incluso médica.

Círculos, cuadrados, trapecios, líneas quebradas u ondulantes se entrecruzan a continuación en una inextricable red de figuras geométricas. El conjunto, de una increíble complejidad, no parece haber sido realizado aleatoriamente. ¿Qué significarán estos signos? Hay también una figura que se encuentra frecuentemente: un círculo en el cual se grabó una cruz en "X". No deja de llamar la atención y parece querer indicar algo preciso... ¡e importante!

Ahora el signo en escalera, o en zigzag, se vuelve cada vez más frecuente. Hasta forma dos siluetas de perfil, estilizadas, enteramente simétricas y cuya posición hace pensar inmediatamente en un tumi. Más arriba, a la derecha, una enorme "X" alrededor de la cual se añadieron unos símbolos abstractos, a no ser que represente el trazado de una montaña o de un río caprichoso. Dos metros más lejos, a la misma altura, a una enorme "X", más o menos similar a la precedente, la remata esta vez una vaga figura concéntrica dividida en catorce rombos que contienen cada uno una serie de puntos, que van de 1 a 5. Algunas de estas secciones incluyen a veces una forma cuadrangular, grabada en el centro. Se diría que es un "ábaco chino" o una clase de marcador con bolas, de los que utilizaban los quipucamayos, en paralelo a sus cuerdecillas de nudos, para efectuar ciertos cálculos. ¿Qué representa este dibujo de normas bien precisas? ¿Un censo de población?

Progresemos en este primer estudio: los grabados se vuelven más visibles y más misteriosos aún en su representación y en su trazado. Notamos la presencia de numerosas siluetas animales: en particular, peces, una tortuga, serpientes, un mono con la cola enrollada, luego un rostro rematado por una cruz y una línea ondulante. Más lejos aún, otra línea ondulante y otra cruz. Abajo se grabó un círculo casi perfecto dentro del cual unos extraños signos recuerdan vagamente letras latinas: "E-E-t-t-C".

He aquí ahora perfiles de animales: un jaguar, a menos que se trate de un puma, cuyo hocico destaca gracias a dos enormes bigotes. Luego es un pez, una llama y de nuevo un mono, de pie sobre sus patas anteriores y en equilibrio con su cola enrollada, típico de los monos araña (“maquisapa”) de esta región. Estas caras parecen mirar sorprendentemente por la misma dirección: hacia la derecha. ¿Qué miran?
A algunos centímetros del mono aparece repentinamente el perfil de un hombre, el que justamente mira en la dirección de ellos. Lleva una corona según la costumbre inca y pesados pendientes...

Los últimos grabados son igualmente misteriosos: espirales, triángulos, líneas rectas o curvas que se van por todas las direcciones. Por último, en la extremidad de la derecha, a ochenta centímetros del suelo, una serpiente magnífica ha sido esculpida, como para firmar esta obra lítica. Era, para los Incas, el símbolo supremo de la sabiduría. Un círculo está representado encima de esta última figura. Parece que es un sol. Se trata de un redondo simple, alrededor del cual han sido grabados cuatro rayos oblicuos.

¿Qué representan estos signos perdidos en plena selva virgen? ¿Tienen un significado exacto? ¿Contienen un mensaje? ¿Por qué han sido realizados en este lugar perdido, lejano de todo centro poblado? ¿Y quiénes fueron sus autores?

Algunos elementos parecen indudablemente demostrar un origen inca, como la disposición simétrica de los trazados, las figuras geométricas entre las cuales el cuadrado, la espiral y el círculo, los signos en escalera por supuesto, y el sol, símbolo innegable de la dinastía inca. Otras figuras, no obstante, parecen estar vinculadas a una cultura local aún no identificada, típicamente amazónica: los rostros antropomórficos, medios hombres medios monos, y la omnipresencia del mono. Esta pared rocosa aparece como un sincretismo entre estas dos influencias culturales.

Sorprendentemente, tuvimos en cuenta varios puntos comunes entre las técnicas de realización de las figuras de Pusharo y la de otra cultura, situada más al oeste, en la costa sur del Perú: ¡la de los Nascas!
Como en la costa, los motivos representan a veces figuras animales o antropomórficas (cabezas, salamandras, peces, tortugas, caracoles, serpientes o siluetas humanas), otras veces figuras geométricas (redondos, espirales, rectángulos, trapecios o cuadrados), a veces por fin líneas rectas o curvas. Lo mismo que en Nasca, estos glifos han sido grabados en la roca, y su lectura no es realmente posible, como lo veremos más lejos, más que a algunas horas precisas del día, según un ángulo de luz bien definido. La sombra se convierte entonces en tinta y da vida a la roca.

Tratándose de los dibujos de Nasca, nadie, según parece, ha destacado nunca este otro hecho inquietante: un gran número de animales representados en el desierto son indudablemente de procedencia amazónica: arañas, colibríes, serpientes, etc. A este respecto, observamos, en Pusharo, la silueta de un mono que resulta ser la ¡contraparte fiel de una de las más famosas figuras de Nasca! Es de todos modos imposible establecer un vínculo directo entre una y otra cultura, situadas en áreas geográficas y en épocas indudablemente inconciliables.

Por lo general y contra lo que la gran mayoría de los "especialistas" de estos petroglifos afirman, según quienes resultaría imposible determinar el origen cultural del lugar, nosotros podemos afirmar con certeza el origen inca de los petroglifos de Pusharo. El descubrimiento en el 2005 del perfil extraordinario de un emperador inca, en esta pared principal, establece definitivamente la filiación de esta obra lítica.

 

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