
Los petroglifos de Pusharo parecen haber sido señalados por primera vez en 1909, por un caucheroRecolector de caucho , que los describió como "letras góticas" talladas en la rocaVicente de Cenitagoya, “Los Machiguengas”, pp. 138-139.. Doce años más tarde, el misionero dominico Vicente de Cenitagoya, acompañado de un hermano de su congregación, Jesús Boca, del Padre José Rodríguez y de tres guías indios, llegó a Pusharo desde una misión, hoy desaparecida, situada en la desembocadura del río Manú. Realizó los primeros bosquejos a mano alzada de algunos petroglifos y registró la localización del lugar con el nombre del río Sinkebenia.

El dominico Fray Vicente de Cenitagoya, descubridor de Pusharo. (Foto: Vicente de Cenitagoya, 1947)
Desgraciadamente, Cenitagoya perdió más tarde todos sus apuntes y tuvo que recomponerlos de memoria para escribir un artículoVicente de Cenitagoya, “Los Machiguengas", op. cit., pp. 142-145. que publicó veintidós años después. Llegó a la conclusión de que se trataba de una escritura oriental y gótica y también de escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, como la de la creación, del pecado original, de la Virgen y su hijo, o de la redención.
"Era" escribe el dominico, "como ciertas letras mayúsculas del alfabeto latino y otros trazos, similares a la escritura oriental".
Kim  Macquarrie y André BärtschiKim Macquarrie, André Bärtschi, "El Paraiso Amazónico del Perú :  Parque Nacional y Reserva de la Biosfera”, p. 276., en la segunda edición de su obra consagrada al  Parque Nacional del Manú, reaccionan a las interpretaciones por lo menos  originales del dominico sobre los petroglifos: 
"Satisfechos de sus resultados, los misioneros se  han ido, sin darse cuenta nunca que acababan de participar en una auténtica  prueba de Rorschach -una clase de examen psicológico, en la cual se pide al paciente  que describa lo que él ve en una serie de manchas de tinta. Las figuras  observadas no son inherentes a las manchas, sino que representan imágenes  preexistentes en la mente del patiente."
La interpretación más bien caprichosa de los petroglifos por el dominico no es un caso aislado. Numerosos artículos con contenido más o menos estrafalario y libros de tipo esotérico -para no citar las innumerables páginas Internet dedicadas a este asunto-, son publicados regularmente desde hace unos treinta años, que atribuyen a los petroglifos de Pusharo orígenes e interpretaciones más extravagantes, que llegan incluso hasta los extraterrestres...
	Dejemos  ahora a CenitagoyaVicente de Cenitagoya, “Los Machiguengas”, op. cit., ubi supra. el cuidado de describirnos él mismo su descubrimiento: 
“Estas inscripciones, o jeroglíficos, se sitúan en una  roca natural de aproximadamente 25 metros de alto con 50 de largo cubierta de  vegetación en la parte este, lisa y pulida como una pared inca en el lado donde  se encuentran los jeroglíficos. Lo que nos permite pensar que antes de tallar,  se pulió la roca hasta la altura de 20 metros, dejando al estado natural todo el  resto de la parte superior. En primer lugar observamos el conjunto para ver si  comprendíamos algo [...]. Una parte de ellos está  cubierta de musgo y de otros motivos medio borrados, a causa de los numerosos  siglos que han transcurrido. Etc."
La roca de la pared del Sector I-A parece haber sido trabajada para recibir las inscripciones. Sin embargo, numerosos signos, sobre todo en el extremo izquierdo, tienden a desaparecer poco a poco por la acción del tiempo y por la erosión del río que, en las crecidas, llega, como ya lo hemos dicho, hasta la pared principal. Sería deseable que un programa enérgico de conservación, organizado por ejemplo bajo los auspicios de la UNESCO, tomara a pecho la conservación de este documento de piedra antes de que fuera demasiado tarde.