Los petroglifos de Pusharo

¡Letras y pergaminos incas!

La búsqueda de rastros tangibles de esta antigua escritura precolombina, de la que Pusharo podría muy bien constituir una de las últimas reliquias milagrosamente salvadas de la locura destructora de los invasores españoles, interesó en el siglo XIX a dos famosos etnólogos: Rivero y Tschudi.


El decimo Inca, Tupac Inca Yupanqui. En esta tabla de Guamán Poma de Ayala, la túnica del emperador inca parece cubierta de símbolos que pertenecen posiblemente a la qellcca... (Felipe Guamán Poma de Ayala, "Nueva Crónica y Buen Gobierno (Antología)", Ver la Bibliografía)
El decimo Inca, Tupac Inca Yupanqui. En esta tabla de Guamán Poma de Ayala, la túnica del emperador inca parece cubierta de símbolos que pertenecen posiblemente a la qellcca... (Felipe Guamán Poma de Ayala, "Nueva Crónica y Buen Gobierno (Antología)", Ver la Bibliografía)

El primero publicó en 1851 su obra fundamental, titulada "Antigüedades peruanas". Escuchémoslo:

"Los antiguos Peruanos cuentan que poseían dos clases de escritura. La primera, seguramente la más antigua, consistía en una especie de caracteres jeroglíficos y la segunda en nudos hechos de hilos de distintos colores."

Rivero, al afirmar la existencia de una escritura inca o preinca, se basaba, en particular, en el cronista Fernando de Montesinos. Es, por lo tanto, necesario volver un poco sobre la obra del autor de "Memorias Antiguas, Historiales i Politicas del Perú". Constituyen, en efecto, una de las bases del presente debate.

Fernando de Montesinos vivió en el Perú a partir de 1628 ó 1629. Animado por cierto espíritu aventurero y una curiosidad voraz, surcó Perú y Bolivia, llegando hasta cruzar sesenta veces los Andes, como miembro visitante de la Real Audiencia de Lima. En 1637, organizó una expedición en la selva amazónica en busca de Paititi. Recogió, durante sus numerosos viajes, una cantidad importante de información y recolectó todos los papeles de su orden. Redactó también "Anales del Perú" (publicados en 1906) que abarcan el período que va de la conquista del Darién hasta 1642, y una "Historia del Paititi" que permaneció inédita. Este jesuita muy prosélito escribió también varias pequeñas obras sobre un tema que parecía interesarle sobremanera, es decir la búsqueda de los minerales y la explotación de los metales preciosos.

Un quipucamayoc, o "Maestro de las cuerdecillas a nudos". En una cierta época, los Incas habrían podido abandonar su sistema de escritura para este sistema mnemotécnico más rudimentario. (Felipe Guamán Poma de Ayala, "Nueva Crónica y Buen Gobierno (Antología)", Ver la Bibliografía)
Un quipucamayoc, o "Maestro de las cuerdecillas a nudos". En una cierta época, los Incas habrían podido abandonar su sistema de escritura para este sistema mnemotécnico más rudimentario. (Felipe Guamán Poma de Ayala, "Nueva Crónica y Buen Gobierno (Antología)", Ver la Bibliografía)

Montesinos afirma que existía en Cusco, en la época del rey Toca Corca Apo Capac, cuadragésimo monarca inca, gran sabio y astrólogo, una universidad donde se estudiaba el uso de la escritura:

"En un determinado tiempo," dijo él, "según lo que dicen los Indios, había [en esta universidad] letras y caracteres escritos sobre hojas vegetales, hasta que todo se pierda hace cuatrocientos años".

Más lejos, el cronista informa de que bajo el reinado de Titu Yupanqui Pachacuti, sexagésimo segundo emperador, llegó "gente salvaje a los Andes en procedencia de Brasil y de la Tierra Firme. Eran grandes guerreros y con ellos se perdió la escritura."

Titu Yupanqui Pachacuti combatió en una sangrienta batalla, pero fue vencido y murió poco después. Sus soldados llevaron su cuerpo en secreto a Tamputoco. Cusco quedó deshabitada y fue olvidando el secreto de la escritura guardada por los amautas. Cuatro siglos más tarde, el Inca Tupac Cauri Pachacuti consultó un día el oráculo del dios Illatici Huira Cocha, con el fin de restablecer el uso de la escritura. Pero éste le reveló que la causa de un gran desastre que antaño había afectado al Imperio "fueron las letras, que nadie desde aquel entonces se había atrevido a resucitar, ya que de su utilización precisamente había venido una gran desdicha".

Tupac Cauri ordenó entonces por una ley "que, so pena de muerte,no debía nadie ya utilizar más la 'quilca' ni las hojas vegetales que servían para escribir, ni utilizar de ninguna manera las letras”.

El cronista añade que, desde ese tiempo, nadie se atrevió a emplear más los caracteres escritos y que cuando un sabio amauta inventaba o resucitaba signos de esta categoría, se le privaba de la vida. El sistema de los quipus sustituyó desde entonces la escritura, que apareció en Pacaritampu, de donde se la enseñaba a los nobles, con los ejercicios militares.

La tesis de Montesinos, mucho tiempo discutida pero hoy refutada, afirma que existía pues un sistema de escritura fonética en Cusco antes del Imperio, y que fue olvidado o proscrito y reemplazado por los quipus, único sistema conocido de los Incas del linaje histórico.

Luis Valcárcel interpretó las afirmaciones del cronista, adelantando que la escritura sagrada de los Incas se llamaba: kellka, o quilca. Se popularizó y, abandonando su esoterismo, fue prohibida bajo la influencia de la clase sacerdotal o no sobrevivió a las catástrofes que la hicieron olvidar. Valcárcel considera que el término kellka debía necesariamente remitir a una escritura de tipo jeroglífico diferente de los quipus.

INFO

Raúl Porras Barrenechea, "Quipu i Quilca (contribución historica al estudio de la escritura en el antigua Perú)”, op. cit., p. 24.

INFO

Fernando de Montesinos, "Memorias Antiguas, Historiales i Politicas del Perú", chap. XXXIII.

INFO

Fernando de Montesinos, "Memorias Antiguas, Historiales i Politicas del Perú", op. cit., ubi supra.

 

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